El secreto de Wadi-as

El Secreto de Wadi-as

José María Espinar

Arzalia Ediciones

¿CUÁNDO? 1488. Momentos antes del colapso y derrumbe del reino de Granada. Necesitaba una época de tensión política para introducir en ella elementos narrativos perturbadores que agudizasen aún más el enfrentamiento entre cristianos y musulmanes. El argumento de la novela es un parásito de imaginación inoculado en el interior de una hueva histórica concreta. Enmarco en el rigor académico una aventura delirante.

¿DÓNDE? En Guadix, un lugar al que amo porque pertenezco a él. Esta ciudad granadina es mi infancia, mi única patria. Guadix es el lugar donde comencé a soñar. El argumento de la novela puedo compararlo a un traje hecho a medida para este lugar. Se lo merece. Llevo echándole fuego a mi mente calenturienta sobre este tema quizá desde los siete años. El secreto de Wadi-as es una novela que prácticamente nació conmigo. Ha tardado en salir, como tardaron en salirme pelos en las axilas, pero ahí estaba latente, esperando su momento.

¿QUIÉN? Entre todos los personajes que aparecen en el libro cobra especial relevancia el malvado Yahaya Malek al’Fatóm. Solo pronunciar su nombre ya acojona. Quise crear un Moriarty de la reconquista. Su inteligencia y crueldad deben acabar atrapando a los lectores, ¡ese es el objetivo! Tanto mal se revuelca en la admiración.El resto de personajes se ven empequeñecidos por él. Inlcuso don Alejandro de Vértebra, aunténtico actor principal de la historia, da un paso atrás cada vez que aparece Yahaya. Él lo llena todo, se desparrama por los imbornales de la novela.

¿POR QUÉ? Hay libros que se escriben sin preguntar, son como un mandato personal. Cuando uno ama un lugar, como yo hago con Guadix, intenta rendirle homenaje constante. Yo decidí atrapar todas las gotas de afecto hacia esa ciudad entre dos tapas y volcarlas en una tormenta literaria. Con El secreto de Wadi-as he saldado una deuda afectiva. Me siento feliz, he hecho lo que debía.

¿PARA QUÉ? Honestamente, para crear un buen libro. Persigo hacer literatura, no limitarme al noble (que no sobresaliente) arte de contar historias. Además, no quiero mentir a mis años, me movió una intuición muy poderosa. «Con este libro me hago rico», pensé. Habida cuenta de los fastusosos resultados obtenidos, mi mujer me ha obligado a abandonar el mundo de la especulación inversora.