Voy a iniciar un experimento que no sé si calificar de minicuestionario, minientrevista o qué a distintos autores de narrativa, sobre una obra suya en concreto. Lo que importa es que sea operativo. También que sea distinto y no por vanidad de apartarse de lo que se hace, sino porque creo que el apartado de las entrevistas convencionales está más que cubierto y, además, por excelentes profesionales del periodismo.

Esto va a ser otra cosa. Dar al entrevistado o cuestionado la oportunidad, sobre unas preguntas fijas, de explayarse por los derroteros que él quiera. He llamado a este experimento El Quinteto de la Muerte. Más bien Mi Quinteto de la Muerte, porque son cinco preguntas muy breves (más concisas imposible) que, sin embargo, permite mucha flexibilidad de respuesta.

Quiero aclarar que no es una alusión ni un homenaje a la película El Quinteto de Muerte, entre otras cosas porque esa cinta, que tiene muchos admiradores, a mí no me gustó nada, lo cual solo dice de mis gustos y no de la película, claro. Vamos, que podía haberle llamado tranquilamente Repóquer de Preguntas, pero queda menos llamativo y yo tengo cierta inclinación por la truculencia.

Las preguntas, como he dicho, son cinco e invariantes, aunque el destinatario, además de poder salir por donde quiera, siempre que la respuesta esté ligada a la pregunta, puede ordenarlas como quiera, para mejor eficacia de lo contestado. Estas preguntas son:

 

¿Cuándo? Aquí el entrevistado podrá contar lo que le dé la gana sobre la época en la que se desarrolla la obra.

¿Dónde? Aquí podrá hablar lo que desee sobre la localización geográfica.

¿Quién? Sobre el personaje o los personajes de la obra en cuestión.

¿Por qué? Acerca de los motivos que llevaron al autor a escribir este título.

¿Para qué? Sobre qué es lo que se quiere trasladar al lector.

 

Sencillo, ¿verdad? Y al mismo tiempo con todo un mundo de posibilidades. Y en seguida veremos qué es lo que da de sí.