No por nada, a 66 fechas cruciales en la historia de España, le pusimos (Hipólito Sanchiz y yo) el subtítulo de y algunas que no lo fueron tanto. Porque ocurre que hay momentos históricos que han quedado clavados en la memoria histórica colectiva de los españoles; fijado en una forma, con un relato, más que alejados de lo que ocurrió en la realidad o de lo que significó para nuestro devenir histórico.
Y sucede, además, que, al rascar un poco, te encuentras con que en algunos hay más ficción e inexactitud de lo que incluso creías al principio. Un ejemplo señero de esto es el episodio que conocemos como el de la Armada Invencible. Es cierto que, durante mucho tiempo, los españoles aceptaron de manera acrítica, sin rechistar, que aquella expedición naval contra Inglaterra fue un gran desastre. Cosa que no era cierto. Fue una derrota, no una catástrofe. Aunque tampoco hay que irse al otro lado y decir que fue una nadería.
Hubo pérdidas cuantiosas en barcos y hombres. Pero eso no hizo mella en el poderío militar español. Es igual de cierto que Isabel I, quizá intoxicada por su propia propaganda triunfal, envió a su vez contra España a la Contraarmada, que supuso a su vez una gran derrota para las armas inglesas.
Pero el caso es que esa revisión (necesaria) de nuestra historia y la puesta en tela de juicio de la supuesta debacle que sufrió ante los ingleses la Gran Armada de Felipe II (vamos a llamarla así, por llamarla de alguna manera) ha llevado a su vez a que se haya asentado entre muchos toda una mítica, una fantasmagoría histórica sin ninguna base.
De esa forma, por ejemplo, los hay que hablan de la Grande y Felicísima Armada, denominación que no tiene ningún sustento documental. Y, lo que ha calado hasta el punto de ser un detalle que no se discute es que el término Armada Invencible lo acuñaron los ingleses para desprestigiar a los españoles. ¿Qué sería de la mitología patriotera española sin la pérfida Albión, los arteros gabachos, los moros traicioneros y los yanquis ladrones?
Por suerte, siempre hay quienes se cuestionan lo que todo el mundo asume como evidente y va a la raíz de los asuntos. Porque ocurre que el término Armada Invencible no solo no ha sido usado por los historiadores británicos, que emplean el de Spanish Armada, sino que tampoco lo acuñó seguramente un inglés. Que, en realidad, hemos sido los propios españoles los que hemos popularizado esa definición, los que la hemos interiorizado y usado, y encima hemos echado la culpa a los ingleses. Todo este asunto es un notable ejemplo del discutible arte de enredarse uno mismo con los propios pies.
Así queda reflejado en un opúsculo de gran calidad que se puede encontrar en Red y cuyo enlace pongo aquí. Todo lo que he contado es para abrir el apetito de leerlo, porque es muy ilustrativo. Leedlo, que lo que contiene no lo voy a contar yo aquí. ¿Por qué? Porque una cosa es inspirarse, citar o apoyarse en una investigación, para hacer un texto divulgativo, y otra canibalizar el trabajo ajeno. El autor es Pedro Luis Chinchilla y pinchando aquí se accede a su texto.