Constato que con la crisis y los avances hay dos especies urbanas en vías de extinción. De forma inevitable, dentro de no muchos años, habrán desaparecido del asfalto, luego de haber sido parte indisoluble del paisaje urbano, una de las dos desde su mismo nacimiento.La primera especie en vías de extinción son los kioscos de periódicos. Llevan años en declive, debido a Internet y la prensa gratuita, y la crisis ha sido un nuevo mazazo; en algunos casos la puntilla. En los alrededores de mi casa, en estos últimos meses, han cerrado tres y supongo que el paso de los años no hará sino menguar su número hasta que, a no tanto tardar, un día, al salir a la calle, caigamos en la cuenta de que ya no queda ninguno.La segunda especie, que desaparecerá aún más rápido, es aquello de preguntar a un viandante por una dirección. Ya están aquí los móviles con GPS y no puede demorarse mucho el día en el que todos lo incluyan. Entonces ya no será necesario recurrir a un peatón cualquiera cuando nos encontremos desorientados en un barrio desconocido. Y esa es la especie antigua que va a morir y en el plazo, supongo, de meses o un par de años. Nació con las urbes y, de repente, se va a esfumar. Quedarán, en su caso, vestigios, gracias a tecnófobos, ancianos y casos dudosos que el GPS no acierte a solucionar; pero será un triste residuo de una vieja forma de comunicación.
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