Introducción

Hace pocos días, con bastante tristeza, un amigo me dio la noticia de que un evento lúdico-cultural veterano, que se celebraba desde hace años en la zona central de Asturias (prefiero no dar más detalles, ya que es solo un ejemplo), ha dejado de celebrarse definitivamente. Aunque me entristece, no me sorprende en lo más mínimo. El evento tenía todos los elementos para cerrar tarde o temprano, y en el fondo casi me alegro por su organizador, que ha soportado durante años el peso de todo.

Nuestro protagonista organizaba todo: llevaba las cuentas, recaudaba fondos, sin ganar nada a cambio y sacrificando días libres, tiempo y vacaciones para que todo funcionara. Aunque el evento duraba solo tres días, el trabajo para organizarlo le ocupaba prácticamente todo el año. A pesar de su esfuerzo, no solo no recibía ninguna retribución económica, sino que también soportaba la ingratitud, algo demasiado común en el ámbito cultural, al menos en España. Finalmente, pasó lo inevitable: cuando el organizador se cansó, no hubo nadie para reemplazarlo, y todo el trabajo de años se disolvió en la nada.

En el mundo de la cultura, muchas iniciativas surgen con el noble propósito de promover y difundir sin ánimo de lucro. No hablo de quienes, aunque no ganan dinero, obtienen otro tipo de recompensas como prestigio o visibilidad. Más bien, hablo de aquellos que tienen una especie de rechazo visceral hacia la monetización de proyectos culturales. Esto los lleva a apoyarse exclusivamente en el trabajo voluntario, que solo dura lo que el entusiasmo permita. El voluntarismo cultural, antes o después, suele llevar a la extinción de esas iniciativas y a la frustración de quienes participan en ellas.

Es necesario cambiar estas actitudes y adoptar un enfoque más sostenible para asegurar la supervivencia y el impacto de las iniciativas culturales.

1. La trampa del voluntarismo: ¿Por qué no es suficiente?

Es común que las iniciativas culturales se apoyen en el trabajo voluntario, especialmente al principio. Aunque el voluntarismo refleja pasión y compromiso, depender exclusivamente de él tiene sus limitaciones. Los voluntarios, por muy entregados que estén al proyecto, tienen otras responsabilidades y, con el tiempo, su implicación tiende a disminuir. Esto ocurre por diversos motivos: agotamiento por la repetición de rutinas, conflictos internos o externos, falta de reconocimiento, entre otros.

Personalmente, tras más de 30 años de experiencia en colectivos culturales, publicaciones y eventos, he caído más de una vez en la trampa del voluntarismo. A menudo, el único resultado era la frustración y, en ocasiones, la crítica injusta de quienes insinúan que «seguro que te llevas algo por detrás», aun cuando trabajas gratis.

2. El rechazo a monetizar: Llamando al meteorito

Muchas iniciativas culturales ven la monetización como una traición a su propósito. Sin embargo, rechazar cualquier forma de ingreso sostenible puede debilitar incluso las ideas más prometedoras. La financiación es necesaria para cubrir gastos básicos, mejorar y garantizar la continuidad.

Si no se monetiza, es fundamental que haya algún tipo de rendimiento: ya sea intelectual, prestigio y visibilidad, o incluso un impacto positivo en la sociedad. Este último, sin duda, debe ser parte de la ecuación siempre que sea posible.

Solución: Implementar estrategias de monetización de proyectos culturales coherentes con los valores del proyecto, o asegurarse de obtener otro tipo de compensación, como prestigio o impacto social positivo.

3. El impacto de la falta de recursos en la calidad y alcance

El dinero no lo es todo, pero la falta de recursos materiales puede limitar gravemente el alcance y la calidad de las iniciativas culturales. Publicaciones mal editadas, eventos con poca promoción o actividades mal organizadas son algunas de las consecuencias de no contar con un presupuesto adecuado.

Estrategia: Diversificar las fuentes de ingreso a través de subvenciones, crowdfunding o colaboraciones con empresas. Esto puede marcar la diferencia entre un proyecto que se estanca y uno que crece. Tener un plan económico sólido y metas a largo plazo es clave para cualquier acción cultural.

4. La importancia de la profesionalización en la cultura

El arte y la cultura deben tratarse como cualquier otro sector profesional. La idea de que lo cultural debe hacerse gratuitamente devalúa el trabajo creativo y desmotiva a quienes quieren dedicarse a ello. Además, existen personas que, con sus necesidades económicas cubiertas, merodean por el mundo cultural alardeando de no recibir dinero, pero buscando lucimiento personal.

Esto sin contar a las instituciones o empresas que pretenden obtener trabajo cultural gratuito. Cuando alguien te diga «no pagamos nada, pero conseguirás promoción», mi consejo es que salgas corriendo. Otra cosa es colaborar por afinidad o simpatía en proyectos sin presupuesto, pero cuidado con los oportunistas que buscan aprovecharse de tu trabajo.

Recomendación: Asegúrate de que las ideas creativas se traduzcan en proyectos viables y ejecutados de forma profesional. La profesionalización en la cultura es clave para lograr la sostenibilidad cultural.

5. Conclusión: Hacia una cultura sostenible

El éxito de una iniciativa cultural no depende únicamente del voluntarismo. De hecho, el voluntarismo y el rechazo a la monetización de proyectos culturales son como dinosaurios llamando al meteorito: el meteorito siempre cae, a veces con un estallido estruendoso, otras con una extinción lenta. Para que un proyecto crezca y deje huella, es necesario encontrar un equilibrio entre los valores culturales y un modelo económico sostenible.

Cambiar de mentalidad, aceptar la monetización de la cultura y darse cuenta de que el voluntarismo, tal como se suele aplicar, es una llamada al fracaso, es fundamental. Adoptar esta nueva mentalidad no traiciona la esencia del arte, sino que garantiza su supervivencia y crecimiento a medio y largo plazo.

Mi consejo

Si gestionas una iniciativa cultural o estás pensando en lanzar una, reflexiona sobre la importancia de la sostenibilidad financiera y el desarrollo de equipos humanos fuertes. Solo así podrás mantener el propósito inicial sin perderlo en el camino.

Abrir chat
No arriesgues el éxito de tu proyecto cultural. Descubre por qué el voluntarismo no basta y cómo lograr la sostenibilidad a largo plazo.