Hace algún tiempo, uno de mis sobrinos tuvo la ocurrencia de reunir todo el dinero que le habían regalado por su cumpleaños (una suma bastante considerable para un chaval de doce años) y guardarlo en forma de billetes grandes dentro de un libro gordo. Aguantó en los meses sucesivos la tentación de sacar el dinero, cambiarlo a moneda menuda y gastarlo en chucherías.
El caso es que, cuando quiso por fin emplear el dinero, descubrió desolado que no estaba ahí donde creía. No es que nadie se lo hubiese quitado, sino que la memoria le gastó una de esas trastadas que a veces se guarda, y tenía un falso recuerdo del libro que contenía entre las hojas sus billetes.
Hasta el día de hoy, no ha logrado encontrar el dinero, por más que ha ojeado y hojeado entre los libros. Yo no sé si la cosa tendrá alguna moraleja, algún colofón o apostilla a la fábula de la cigarra y la hormiga, aunque lo dudo. Es un ejemplo más de cómo nos la puede jugar nuestra memoria.
Que lo vea por el lado aventurero. Algún día encontrará el libro y el dinero.
O no.
Que mal, lo lamentable es que los libros no generan intereses…. si no , puede pensar que tiene un ahorro para el futuro…
;)..
Según están las cosas seguro que el libro que creía haber comprado era parte de una serie limitada de la que le vendieron el nº1234 aunque la serie solo tenía 12, es decir, en realidad no lo compró y sus ahorrillos ahora forman parte del chalet en la Moraleja o el BMW de algún chuloplasta ejecutivo de AFINSA. 🙂 Cosas más raras se han visto.
Moraleja: no ahorres, mejor te lo pules y lo disfrutas cuando tienes oportunidad, si no.., los libros, Afinsa, el Forum Filatélico o quien sea ( el de turno) se lo gastará por ti.