Arrancamos un año lleno de nubarrones. Caminaba yo por la calle Sagasta ayer -un día gélido y gris donde los haya, acorde con la época. Y me encontré con ese anuncio. ¡Así se hace! Sin rendirse. Porque cantaba el gran Carlos Cano en «Murga de los currelantes», hace ya años y años, una retahila de deseos para nuestro país (insisto en que hace años). Pedía que:
sacabe el paro y haiga trabajo
escuela gratis, medicina y hospital
pan y alegría nunca nos falten
que vuelvan pronto los emigrantes
haiga cultura y prosperidad
¡Ay!, en lo que nos hemos quedado. Hay más paro que nunca y cada vez menos trabajo y de peor calidad. La escuela pública nos la están demoliendo. La medicina y el hospital ni te cuento. Se nos va la gente en una nueva ola emigrante, no hay cultura ni prosperidad. Nos falta el pan y, al menos, los hay quienes tratan de aguantar la alegría. Alegría a golpe de chanza, que es una de las justicias de los desvalidos, cuando las hacen como en este caso a costa de uno de los principales culpables de esta situación en la que nos vemos sumidos.
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