Agua dormida de aquel pilón:

agua desierta;

agua contagiada del conventual

silencio de la huerta.

Agua que no te evaporas,

que no te viola la cántara,

y que no cantas, y que no lloras.

Tu oblongo cristal

es como el vidrio de una cámara fotográfica

que retrata un idéntico paisaje

de silencio y de paz.

Tus húmedos helechos,

un cielo siempre azul, y quizás

un celaje…

Tú a la vida, jamás, jamás te asomas

y te basta de un álamo el follaje,

y en las tardes, un vuelo de palomas…

Agua dormida,

agua que contrastas con mi vida,

agua desierta…

 

Francisco González León