El lunes pasado, atropellaron a un empleado de la limpieza en la plaza que tengo aquí, a pocos metros de mi casa. Eran las seis de la madrugada y el pobre hombre murió. Lo cierto es que esa plaza es bastante favorable a los accidentes de ese tipo, aunque no se hayan producido muchos. Me explico: los coches bajan por López de Hoyos y, algunos, si quieren girar a la izquierda, por la Gran Vía de Hortaleza, lo hacen con los ojos puestos en la derecha, atentos a un posible coche que llegue saliendo del túnel de Costa Rica. Así que girando hacia la izquierda, y mirando a la derecha, es muy fácil llevarse por delante a un peatón que justo en ese momento esté cruzando la Gran Vía.
No digo que ese fuera el caso del lunes de madrugada. Pero a mí, que en los últimos tiempos tiendo a ir por la calle pensando en mis cosas, cruzando con el semáforo abierto a peatones, por dos veces a estado a punto de aplastarme un idiota que bajaba girando así, más atento a evitar un golpe de chapa que a atropellar a la gente.
El caso es que, si esto fuese un relato de terror, uno casi podría llegar a pensar que esa zona está un poco sedienta de sangre. En la parte en que Lopez de Hoyos vuelve a subir, pasado ya el cruce, hubo una casa baja hace muchos años, tantos que no creo recordar siquiera cuando estaba en pie, sino simplemente el solar que había dejado tras la demolición. Ahí hubo un pozo, en la parte que fuera el patio de la casa. Estaba cegado cuando yo jugaba con otros chavales del barrio por esos descampados (entonces lo eran). En aquel pozo había muerto un niño, hijo de los propietarios de la casa. Se había caído al pozo y ahogado, una muerte que creo que hace sólo unas décadas era bastante común en España.
Entonces había mucho campo y la Gran Vía de Hortaleza no era más que una gran franja de terreno arenoso que contorneaba el barrio de casas bajas. Ahora todo está edificado, claro. Tampoco diré dónde estaba con exactitud el pozo de marras. Por la ley de Murphy, seguro que entra en esta bitácora alguien que ahora vive justo encima, y lo mismo es aprensivo, y cada vez que se acueste le da vueltas al tema te tener la cama, en vertical, sobre aquel pozo maldito. Así que lo vamos a dejar aquí y en eso, que la casa estaba por la cuesta aquella.
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