Hace un par de días, el jefe del principal partido de la oposición, el Sr. Casado, tuvo el gesto nada elegante de invitar a todos los españoles a colgar una bandera nacional con motivo de la fiesta del 12 de Octubre. No es que hacer una invitación así sea malo, al contrario. Es que, tal como lo hizo, de manera irremediable hará parecer o sospechar que cualquiera que cuelgue la bandera es afiliado o simpatizante del PP. Y eso es algo muy feo. Con lo de todos no se juega ni se hacen trucos de tahúr.
En fin. Yo nunca he colgado una bandera en mi balcón o ventana, aunque reconozco que más que nada por pereza. Al menos nunca lo hice en esos espacios físicos, porque la Red es ya harina de otro costal. En mis redes sociales sí que suelo colgar por estas fechas una u otra de las banderas legítimas que ha tenido España: la actual constitucional, la de la I República, la de la II República…
Y hoy no me voy a quedar sin «colgar» una bandera, lo haré sin hacer el juego al Sr. Casado y, de paso, apuntando una historia que puede interesar a más de uno. Y digo apuntando porque hay información de sobra en red sobre el tema y tampoco cabe extenderse en exceso.
La bandera que he elegido es la de la Hispanidad —o de la Raza, como se llamó al principio—. Fue diseñada en América por el coronel uruguayo Camblor, en un concurso organizado en 1932. Camblor eligió tres cruces por las supuestas tres que llevaban las naves de Colón, aunque eso es imaginario popular y no era así, como no lo es el color que eligió, el morado, por Castilla, cuando el color del pendón castellano es rojo (en el siglo XIX fue esa una confusión muy común, dado que la oxidación de los pigmentos hacían que el rojo del pendón virase a morado). Y lo unió a el sol naciente por ser este astro un símbolo común a antiguos pueblos indígenas y a varias repúblicas americanas.
Esta curiosa iniciativa se enmarca en un movimiento que surgió de manera independiente a ambos lados del Atlántico, revindicando la identidad común de las gentes de España y los países de habla española de América. Era otro ciclo ideológico, ya que ahora estamos en el de la construcción de la identidad sobre lo contrario: arremetiendo, negando y desentendiéndose el pasado común. Pero no hay que asustarse, que son solo eso, ciclos.
Me quedo con el lema que Camblor adjuntó a la bandera: Justicia, Unión, Paz y Fraternidad. Que así sea. Feliz día de la Hispanidad.
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