Comenzamos nuestra sección de Quinteto de la Muerte con Enemigos de Esparta, de Sebastián Roa, publicado por Ed. B. Ahí van sus respuestas, sin prolegómenos ni añadidos por nuestra parte.
¿Cuándo? Siglo IV a. C. Tras la Guerra del Peloponeso, Esparta se ha alzado como polis hegemónica y domina el mundo griego a través de sus propios gobernadores y guarniciones, apoyando a las oligarquías locales o interviniendo militarmente de forma directa.
¿Dónde? En Atenas, los demócratas tebanos viven exiliados desde que Esparta impuso un gobierno títere. Su objetivo es recuperar el poder en Tebas y alzarse contra la soberbia espartana. La búsqueda de apoyos, las campañas militares y los juegos de poder nos harán recorrer Eubea, Tesalia, el Peloponeso, el Egeo e incluso el imperio persa.
¿Quién? Prómaco, un peltasta mestizo, huye del bárbaro reino Odrisio en compañía de su amada. Su objetivo es luchar a sueldo para Esparta, lo que implica trabajo asegurado y con todas las garantías de triunfo porque ¿quién sería capaz de vencer a los espartanos? Los vaivenes del destino lo llevarán a enemistarse contra ellos, y así conocerá a los conspiradores tebanos del alzamiento contra Esparta: Pelópidas y Epaminondas.
¿Por qué? Aparte de dar salida a un viejo proyecto, me propuse poner a Esparta en el lado opuesto al que estamos acostumbrados últimamente. En esta novela, los espartanos no son los nobles salvadores de la civilización occidental, sino los opresores insufribles que humillan al resto de Grecia y mantienen esclavizadas a poblaciones enteras. Además, me interesaba sacarle brillo al Batallón Sagrado, unidad de élite tebana compuesta por 150 parejas de amantes homosexuales: un ejemplo de eficacia guerrera que choca con los prejuicios de los siglos recientes. Por último, me apetecía rescatar un periodo de la historia que lleva muchos años a la sombra de los hechos anteriores (la rivalidad entre Esparta y Atenas) y los posteriores (la eclosión del poder macedonio y la gesta de Alejandro Magno).
¿Para qué? Para inducir la reflexión sobre tres temas que mantienen su importancia a través de los siglos: los defectos de la democracia, la verdadera naturaleza del amor y la necesidad vital de las Humanidades.
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