Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Mejor que pensar en la muerte, celebrar la vida, la que se tiene, la que se disfrutó en tiempos, la que vendrá.
El pulso que latió obligándonos a abrirnos, el que renace una y otra vez y nos arrastra impulsándonos.